"Soy un vampiro de pasiones ajenas"
Os vamos a relatar, en la medida de lo posible, algunos contenidos sobre la conferencia que tuvo lugar el viernes en el Ateneo de Castellón. Luis Alberto de Cuenca, presentado por nuestra colega Jacinta Negueruela (por cierto de una manera exquisita y rigurosa), nos habló de su afición a la lectura. Desde el principio se recuerda leyendo y coleccionando tebeos, comics: Capitán Trueno, Roberto Alcázar y Pedrín, Jabato... (los recomienda para una iniciación a la lectura en edades tempranas) El poeta nos cuenta que su familia le inculcó el amor al libro, por eso se declara, ante todo, "bibliófilo", y nos relata con todo tipo de detalles y anécdotas su afición al coleccionismo y a las librerías de viejo. Desde que descubriera en Lasso de la Vega que los griegos siempre leían en voz alta, diferentes aspectos que siempre han tenido que ver con las letras, marcan su vida para siempre. Así, entre otros, destacó:
- Su biblioteca familiar; el descubrimiento de la Historia de la Literatura a los 12 años, con la lectura de las sinopsis biográficas que revelaban otras vidas maravillosas en el Manual de Hª de la Literatura de 4º de Bachiller; las novelas de Rafael Sabatini en la Editorial Molino, las de Stevenson, Kipling, Conan Doyle...
A partir de estas lecturas se reconoce como "vampiro de pasiones ajenas" y nos habla del impacto que le produjo la lectura de Jeckyll y Mr. Hide, El libro de la Selva y Las hazañas de Serlock Holmes, estas últimas en la Editorial Valdemar, hacia las que declara sentir "una profunda adicción".
Como lectura familiar, que también recomienda a los allí presentes, Benito Pérez Galdós, Episodios Nacionales. Declara haberlos leído enteros con pasión por la verdad novelada que allí se desprende. También encuentra en ellos el ideal del "eterno femenino", en la Inés de los Episodios, como lo era la Margarita de Goethe en el Fausto.
El crescendo de la conferencia llega cuando Luis Alberto dice que leer a Shakespeare "es lo mejor que me ha pasado en los últimos 40 años". Allí aprende "las miserias del ayer, del hoy y del mañana". Por ello fue que, a partir de la lectura de las adaptaciones infantiles de la obra del autor inglés, le requirió a sus padres (como regalo al aprobar la Reválida de 4º) las Obras Completas. Así fue y afirma con toda emoción que "leer a Shakespeare en la cama es como hacer el amor en la cama con la vida".
No sin cierto grado de nostalgia, alude a su condición de "letraherido" por aquella lectura "inaugural que sin dejar de serlo, sentía que era también la última". Nos cuenta más poéticamente que "los personajes de Shakespeare, están hechos del viento y de la arcilla, de verdad y de ambigüedad".
Quizá esa dualidad humana, ese caminar en la cuerda floja que supone estar en la vida, fuera lo que nos quiso transmitir el poeta, conocimiento que él percibió, seguramente, a través de sus primeras lecturas.
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