-A propósito de "Voy acarreando cosas como una vieja..." [Página 103 "Y todos estábamos vivos"] Olvido García Valdés-
Corazones con una cierta reincidencia en la lectura interlineal del síndrome de Diógenes. Caminamos tan vacíos de horizontes, que cargamos a objetos de títulos nobiliarios con la esperanza de que actúen como anestésico del alma inquieta y enfermiza por el humo que se desprende de nuestros cuerpos.
Somos ciegos de ojos abiertos y damos pasos certeros entre la falsedad de la plenitud hipotecaria contemporánea. Pedimos permisos y certificados que nos atribuyan la ciudadanía con derecho a café y un minuto - incluso menos-, para cruzar las calles vestidas de presidiarias, con esas largas rayas en forma de franjas.
El alma no tiene reflejo en máscaras absurdas, es el espacio entre el Cosmos y el Microcosmos, siempre viajera, alejada de las pasividad, los domingos de televisión y la fingida comodidad.
Disculpen la indiscreción , pero con el negocio de agua embotellada directamente del pestañeo, se desdibuja en la frente una palabra reinventada, "VIDA". "Todo acaba pesando", la verdad absoluta, pero pesa más en el inerte vivir sosegado.
Esther Tárrega, 2ºbachiller-A
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